Matías de Torres (1635-1711), pintor barroco español, natural de Aguilar de Campoo (Palencia), puede ser considerado uno de los epígonos de la escuela madrileña del siglo XVII. Habiendo sido, según Palomino, «hombre de gran fausto, muy bien portado, respetuoso, y de linda traza», viudo y fallecidas las hijas a las que había dotado espléndidamente, comenzó a declinar, hasta caer en la miseria. El pintor abordó gran variedad de temas y géneros con un estilo personal, aunque derivado de su maestro Francisco de Herrera el Mozo y de los modelos de Rubens y Bassano, caracterizado por el estudio de la luz y el claroscuro. Perdidas en gran parte las numerosas pinturas para las iglesias de Madrid, donde falleció y fue enterrado de limosna, casi todas las obras conservadas son lienzos de pequeño tamaño, acordes con su sensibilidad delicada y su afición por la miniatura en la que educó a sus hijos. En este óleo sobre lienzo de 133 x 82,5 tenemos uno de los ejemplos de representación de imágenes religiosas, en este caso a nuestro San Vicente Mártir, en una escena sombría que sólo atenúan unos destellos estrellados y un cuervo como elemento iconográfico.