Una gran iglesia en Belén, levantada en primera instancia por la emperatriz Elena en el año 330, madre de Constantino, contiene el lugar donde reposó recién nacido el fundador del cristianismo. Consta de cinco naves y la mayor o central cuenta con 44 columnas de mármol bizantinas, monolíticas, dispuestas en cuatro filas. Alrededor hay tres claustros ocupados por los latinos (franciscanos), griegos (ortodoxos) y armenios, confesiones cristianas que guardan el lugar por reparto y turno. Los griegos controlan la mejor parte, el coro, el centro del crucero, bajo el cual está la gruta del nacimiento de Jesús.
En el siglo XII, época de Cruzadas, la Basílica de la Natividad fue bellamente decorada con pinturas y mosaicos. Encima de las columnas hay pinturas de los antepasados de Jesús y, sobre ellas, bajo los capiteles, hay santos famosos de los tiempos del cristianismo primitivo. Una tradición oral que se conserva es entre 1127 y finales del siglo XII, ricos peregrinos pagaron a artistas para que representaran a los santos de su familia o de su región en la iglesia. Solo faltan los rostros, borrados por los musulmanes tras la conquista islámica siguiendo la prohibición de su religión de representar la forma humana. En una de ellas se representa a nuestro mártir Vicente. (Gentileza de Baltasar Bueno).