Juan Sariñena (1545-1619) fue un pintor de origen aragonés y
que estuvo activo en Valencia durante los últimos años del S.XVI y
primeros del XVII, donde sentó las bases para la aceptación del nuevo lenguaje
naturalista, en detrimento de las fórmulas manieristas e idealizantes de Juan
de Juanes. La obra más ambiciosa del momento final de su carrera es el altar de
la Ánimas de la parroquia de Santa Cruz, pintado en 1609 por encargo de Margarita
Joanes para presidir el panteón de los Macip, en el que, junto a un amplio
uso de estampas ajenas y algunos modelos tomados de Juan de Juanes, sin
duda obligado por el destino del retablo, dominan los colores cálidos recién
adquiridos. En él tiene gran notoriedad un San Vicente Mártir que muestra su dalmática
dorada mientras en el fondo se adivina la ermita gótica de San Vicente que hoy ocupa la parroquia de San Vicente Mártir de la plaza de España de Valencia.