miércoles, 21 de diciembre de 2011

La ermita de San Vicente de Fuentesoto en tierras castellanas de Segovia.


La ermita de San Vicente Mártir de Fuentesoto, antigua población de San Vicente de Pospozuelo, se encuentra apenas a un kilómetro del pueblo y es un edificio románico del siglo XII. Las sucesivas reformas, además del paso inexorable del tiempo, han provocado que muchos de los capiteles con los que fue decorada esta iglesia se encuentren hoy perdidos. No obstante, contamos con un buen número de ellos que nos hablan de la presencia de distintos talleres reflejados en las diferentes calidades con las que fueron tallados. Los del exterior de la cabecera son, esencialmente, de carácter fitomórfico muy sencillo, mientras los canecillos que sustentan el ábside son lisos. En el interior encontraremos capiteles con aves enfrentadas, grifos, cuadrúpedos, un personaje entre grandes hojas que parece ser un obispo, además del mismo repertorio vegetal ya visto en el exterior. En definitiva, no se trata de un apartado especialmente reseñable en esta ermita, que sí merece ser destacada por su valor arquitectónico así como por la perfecta adecuación al medio natural que la rodea.

Especial es el hecho de que diez mil velas y antorchas iluminan el recorrido de la «Procesión de los Faroles» de Fuentesoto, donde se ha consolidado esta tradición religiosa en honor a San Vicente. La iniciativa, que organiza la asociación cultural que lleva el nombra del santo, consiste en la celebración de una ceremonia religiosa iluminada exclusivamente por las pequeñas llamas que se colocan en calles, balcones y ventanas de este municipio de 170 habitantes, enclavado en el fondo de un valle de la comarca de la Pedriza. La Procesión de los Faroles transcurre entre la ermita de San Vicente y la iglesia parroquial de San Pedro. Las raíces de este singular desfile se remontan a principios de la década de los 90, cuando la Junta restauró la ermita románica de San Vicente. Los vecinos decidieron entonces comprar una imagen del santo que ahora se sitúa en el altar. Cada año, a mediados de Agosto, la imagen era subida al pueblo, para que estuviera presente durante las fiestas que se celebraban en honor al mártir. Fue entonces cuando a varios vecinos se les ocurrió organizar una procesión nocturna con faroles, concluyendo la comitiva en la iglesia de San Pedro.