lunes, 30 de septiembre de 2013

La curiosa escultura titulada "San Vicente arrojado en el muladar" de Diego de Tredia.

Esta escultura de “San Vicente arrojado en el muladar” tiene un extraño atractivo por la naturaleza del material elegido, un bloque de alabastro de Picassent de considerables dimensiones y muy pulido, que da a la obra múltiples brillos que le dotan un aspecto cartilaginoso y húmedo. Representa a San Vicente muerto con sus intestinos asomando por sendos cortes en su vientre y arrojado a un vertedero tras haber sufrido atroces tormentos en defensa de la fe cristiana. Su cuerpo quebrado y con los miembros descoyuntados yace entre carroñas y osamentas de animales muertos en un paraje poblado de insectos y reptiles. El lastimoso aspecto del cuerpo del santo contrasta con la expresión serena y plácida de su rostro.

La obra fue encargada en 1533 por el Gremio de Sastres de Valencia al escultor de la ciudad Diego de Tredia para la capilla que estos tuvieron en el Convento de San Vicente de la Roqueta, cenobio erigido sobre el lugar donde fue enterrado el santo. Esta obra, de 63 x 78 x 133,5 cm, se completaba con un basamento hoy perdido en forma de rueda de molino en alusión a la que el santo fue atado y arrojado finalmente al mar según su leyenda. Se sabe que, a raíz de ser cañoneado el convento en el asedio que sufrió la ciudad en 1837 durante la primera Guerra Carlista, la pieza fue rescatada de los escombros por el Liceo Valenciano que la trasladó a su sede y en 1864 la donó al Museo de Bellas Artes de Valencia donde permanece expuesta.