jueves, 10 de octubre de 2013

La escultura de San Vicente Mártir de la fachada de la Basílica del Pilar de Zaragoza.

La fachada principal de la Basílica del Pilar de Zaragoza está adornada por cuatro conjuntos escultóricos: Primero, un tímpano románico en piedra con el relieve labrado con un crismón rodeado de flores simplificadas como margaritas, con un significado eucarístico. Su estilo es románico de finales del siglo XII. Procede de la puerta del primitivo templo medieval del Pilar. Segundo, sobre cada una de las dos puertas en arco de medio punto de sus extremos hay dos ángeles músicos recostados en las enjutas de cada arco. Tercero, en el centro de la fachada hay un altorrelieve de la Venida de la Virgen del Pilar con treinta y cuatro figuras, medias figuras y cabezas talladas. Fue realizado en piedra caliza blanca por Pablo Serrano en 1969 junto con dos placas conmemorativas junto a la puerta oriental con la efigie del rostro del Papa Pío XII y del Papa Juan Pablo II.

Cuarto, sobre la balaustrada que remata la fachada del templo hay ocho estatuas de santos relacionados con Aragón: San Vicente de Paúl, San José de Calasanz, Santa Isabel de Portugal, San Braulio, San Valero y Santa Engracia, San Vicente Mártir y Santiago. Todas fueron realizadas en piedra de la cantera navarra de Pitillas siendo la de San Vicente de Paúl hecha por Félix Burriel y por el aragonés Antonio Torres las siete estatuas restantes entre 1949 y 1954. Cada estatua fue pagada por distintas instituciones o asociaciones, siendo la de San Vicente Mártir costeada por los Caballeros del Pilar. En ella el santo aparece elegantemente vestido de diácono y con la apariencia de un hombre joven de ondulantes cabellos. Su mano izquierda se apoya sobre una rueda de molino mientras con la otra sostiene la palma del martirio sobre su pecho. Cada una de las estatuas, de tres metros y medio de altura, pesa, aproximadamente, unas veinte toneladas. El coste de la obra completa, desde el modelo en escayola hasta ser levantada sobre el pedestal, se calculó en unas 250.000 pesetas de la época. Para el laborioso trabajo de la piedra Torres contó con la ayuda de Jacinto Suárez y tres maestros canteros, José Muñoz, Manuel Maciá y Basilio Sorolla quienes, partiendo de los bocetos en yeso del escultor, trasladaban a la piedra los ampulosos plegados de los mantos, los detalles de los rostros de los santos y sus cabellos o tocados eclesiásticos.