El eremitorio rupestre de San Vicente de Vado es una edificación excavada en un pequeño promontorio y separada del resto de la roca madre por la corriente entre los dos ríos, encontrándose protegida entre un soto de arboleda en un paisaje idílico. Un ermitaño o eremita es, en el cristianismo, una persona que elige profesar una vida solitaria y ascética, sin contacto permanente con la sociedad, con el fin de alcanzar una relación con Dios que considera más perfecta. En sentido laxo, el término se extendió para significar a todo aquél que vive en soledad apartado de los vínculos sociales. La planta de esta es irregular. Su puerta de acceso da al oriente, así como su principal capilla, de la cual ha desaparecido el ábside, quedando únicamente la bóveda. El conjunto eremítico es de reducidas dimensiones, teniendo en la parte más amplia una anchura de siete metros y una altura máxima de tres y medio. Esta pequeña construcción hipogea está rodeada de necrópolis y en su interior encontramos dos tumbas antropoformas excavadas en las rocas.