La ermita de San Vicente, levantada en el siglo XVI en Lloreda, es el único testigo del que fuera Monasterio de San Vicente de Fístoles del siglo IX, que fue uno de los focos más primitivos de actividad religiosa y colonizadora durante los comienzos del medievo en el valle del Pisueña. Este monasterio, de cuyo nombre se deriva el topónimo de Esles, fue fundado en el año 811 y seis años después recibió de manos del rey un extenso territorio, ámbito que se vio incrementado en el 821 hasta alcanzar una amplia franja desde la costa central de Cantabria hasta las cabeceras carredanas.La ermita actual consta de una sola nave y presenta un ábside rectangular. En su exterior destaca una bella espadaña. En conjunto, presenta rasgos arquitectónicos populares como lo demuestra su sencilla fábrica y la escasa decoración. En el interior destaca un preciado retablo barroco de estilo clasicista del siglo XVII, que está compuesto por una predela de entablamento liso, un cuerpo de tres calles divididas entre sí por columnas de fuste estriado y capitel dórico y un ático presidido por la imagen de Cristo crucificado.
Todos los años el día 22 de Enero el pueblo de Lloreda se acercaba a la ermita de San Vicente a celebrar una fiesta en honor al Santo con misa en la ermita y, después de la misma, al son del pito y el tambor se bailaba la jota montañesa y se celebraban concursos de salto pasiego y se comía en la pradera o en sus aledaños. Además, destaca la celebración del concurso de carros engalanados.