El edificio está construido en sillería y mampostería ocupando el templo el entorno más noble de la antigua iglesia con un frondoso espacio arbolado alrededor como son los jardines de Albia. Su estructura es noble y grandiosa con tres naves de cinco tramos y altas columnas circulares que se dotan de capiteles dóricos. Sobre ellos la cubierta es uniforme y de tipo gótico. Las iglesias columnarias se caracterizan por una amplitud despejada y sin añadidos, siendo esta un ejemplar purísimo pues ni siquiera ostenta espacio autónomo para la capilla mayor. Su iluminación se muestra insuficiente ya que posee ventanas de medio punto abiertas en parejas por los flancos donde se adosan edificios parroquiales más modernos. De sus dos accesos uno es de tipología gótica tardía con arquivoltas apuntadas ubicándose el otro en su propia fachada sobre él una gran hornacina acoge una imagen el piedra del Santo y sobre su eje una ventana adintelada. El transcurso de las obras fue lento y sus distintos elementos llegaron a alargarse hasta bien entrado el siglo XX, habiendo podido determinadas familias nobles levantar en él sus capillas privadas y que se hallan adosadas a las cabeceras.
También es interesante el mobiliario que atesora puesto que cuenta con cinco retablos de madera dorada, siendo el mayor de ellos de estilo neoclásico isabelino del siglo XIX y el resto, que se disponen simétricamente, datan del siglo XX. En todos ellos encontramos esculturas de calidad como las de San Alfonso, San Gerardo y San José. También hay un excelente Cristo y valiosas pinturas barrocas que se encuentran en la sacristía.