lunes, 20 de octubre de 2008

La leyenda de la traslación del cuerpo de San Vicente a la ciudad de Castres.


Existe una tradición que considera que los restos de San Vicente descansan en Castres y se basan en una leyenda que vamos a relatar. En el siglo IX el Monasterio Benedictino de Saint Germain des Pres ya era una de las Abadías más deslumbrantes e importantes de Francia y fue edificada por orden del Rey Childeberto en una inmensa llanura a orillas del Sena para guardar la reliquia de la túnica de San Vicente. Esta túnica había sido obtenida en el año 541 en Zaragoza a cambio de levantar el asedio a la que había sometido a la ciudad en una de sus incursiones. Esta abadía fue consagrada por el Obispo Germán en el año 561 y la llamó “Saint Vincent des Pres”. En lugar ostensible de esta abadía colocó una placa , según nos cuenta el historiador Aimoino, en la que decía: “Yo, el Rey Childeberto, edifiqué el templo de San Vicente Mártir cuyas reliquias traje de España”. Al morir el Obispo Germán su cuerpo fue colocado en el altar mayor y por ello el pueblo generalizó la denominación “Saint Germain des Pres”. Y es que Aimoino era un monje benedictino que fue famoso por sus obras históricas, siendo una de ellas “Invención y traslado del cuerpo de San Vicente Mártir” (Traslatio Sancti Vincentii Martyris in Gallia ) , cuyo manuscrito se halla en la Biblioteca Nacional de Paris y que tiene el siguiente orígen :
En el año 855 el abad y monjes de San Benito de Castres querían que constase para la posteridad el relato de lo que sucedió con el cuerpo de San Vicente y que Aimoino escribió basándose en las palabras que le contó un monje llamado Audaldo. Sucedió que el monje Hildeberto del Monasterio Conkitas de Aquitania tuvo una visión celestial en la que Dios le ordenaba ir a Valencia a recuperar el cuerpo sepultado de San Vicente para que fuera trasladado a un lugar de culto seguro lejos de los sarracenos. Hildeberto confió esta misión a su confidente Audaldo , que fue el que relató la historia a Aimoino, y ambos comunicaron al Abad Blandino la visión tenida por lo que dispusieron el viaje para cumplir su misión. A los pocos días, Hildeberto enfermó y regresó al monasterio con lo que Audaldo llegó a Valencia solo acompañado por su auxiliar, que era mudo, y se hospedó en casa del moro llamado Zacarías. Tras pagarle los 45 sueldos que este exigía, descubrieron la lápida de la sepultura del santo con una inscripción que decía: “Vicente Mártir hijo de Eutiquio y Enola ”. Abrieron furtivamente esa misma noche la sepultura y recogieron las reliquias de Vicente que depositaron en un saco. Con estas emprendieron rápido el regreso a Francia pasando por Zaragoza, y en esta ciudad se presentaron como peregrinos en el sector cristiano mozárabe, aposentándose en casa de una mujer que vivía junto a las murallas . Como quiera que aquella mujer espió el contenido del saco, se dispuso a denunciar ante los sacerdotes de la catedral y al venerable Obispo Senior lo que había observado. El prelado mandó traerlos a su presencia y, a pesar de que el monje Audaldo juró y perjuró que se trataba de los restos de un familiar, aquel no le creyó y, sabiendo que eran del mártir, mandó guardarlos en la Iglesia de Santa María, mater ecclesiam del lugar. Así, Audaldo y su auxiliar regresaron con las manos vacías al Monasterio de Conkitas y, tras contar la peripecia sufrida, fueron expulsados de allí porque les tacharon de farsantes. En su destierro posterior , Audaldo llegó al Monasterio de San Benito de Castres, que fue y es punto importante del Camino de Santiago y la Vía Tolosana por la tradición vicentina, y sus monjes escucharon con atención su historia y siendo admitido por el Abad Gislaberto. Aquella Abadía pasó a ser Catedral siglos desués y hoy es la Iglesia más importante de la ciudad.
Y se dice que consiguieron tener suerte pocos años después , ya en el año 864 , pues se cree que los restos llegaron desde Zaragoza para la nueva Abadía construida en honor a San Benito y auspiciada por Salomon , Conde de Cerdeña. Este había engañado al Emir de Córdoba con la invención de que el Obispo Senior retenía el cuerpo de su padre pues le fue arrebatado por aquel sin motivo. Por ello el Emir accedió a escribir a Abdila , régulo de Zaragoza , que obligó al obispo a devolverle dicha reliquia a Audaldo ,que se había desplazado allí para tal ocasión, y que trasladó finalmente a Castres.Asimismo existe una carta fechada en el año 1394 del Consell de la Ciutat de Valencia dirigida al Papa Clemente VII en la que se le pedía una reliquia para la ciudad y que viniese de Castres donde ellos creían que debía descansar su cuerpo. También Santo Domingo Guzmán , fundador de los Dominicos , cuando podía solía retirarse a Castres para mostrar su devoción al santo. Años después, en el 1416, es el propio San Vicente Ferrer quien predicando en Toulouse se acercó hasta Castres porque quería venerar los restos del Mártir en su Convento de los Padres Dominicos al que tanta devoción tenía. Siendo esta otra de las historias relacionadas con los restos de San Vicente aquí la relatamos...