
El
magnífico retablo renacentista-barroco de
Sant Vicenç de Montalt de
Agustí Pujol (1616-18), hecho en colaboración con
Gabriel Montón y Sebastià Carbonell, por un lado, y los retablos de
Roser, obra de
Domènec Rovira (1648) y
Josep Tremulles,
de San Isidro, obra de
Pau Costa (1704), de la otra, ambos magníficas muestras del barroco, fueron quemados junto con otros objetos artísticos en los sucesos del 1936. Sólo se salvó el
basamento del retablo en
dos tramos que ahora se puede contemplar curiosamente
empotrado en el exterior de una
fachada lateral de la iglesia. El 29 de Junio de 1614 se firmó el contrato de su creación y el tiempo de realización previsto fue de cinco años y el precio acordado 800 libras barcelonesas. Se fabricó el retablo siguiendo el modelo que los maestros de obra presentaron y firmaron. Entre sus rasgos se encontraba un claro concepto en los volúmenes de las
figuras, la elegancia en los pliegues de las ropas y una acertada expresión en las imágenes. No será hasta el año 1627, una vez terminado el retablo en madera y concluidas todas las esculturas del mismo, cuando se empiece a pintar y dorar el retablo por el maestro pintor
Francesc López Cuenca quién, ante la magnitud de la obra, decidió compartir la tarea con el pintor de
Mataró Nicolau Urgelles, estando finalmente acabada en 1633. Posteriormente se hizo restaurar y volver a colocar a las paredes laterales del presbiterio las cuatro pinturas del
Retablo Mayor desaparecidas durante el año 1.936 cuando este fue destruido y que habían sido encontradas poco tiempo antes. Son cuatro tablas pintadas al aceite, dos representativas del “
Martiri de Sant Vicenç” y dos más que representan “
la Anunciación del ángel San Gabriel a María” y “El Nacimiento de Jesús”.