
Llama poderosamente la atención un pequeño dragón que emerge del cáliz que porta en su mano San Juan Evangelista. Cierto es que solemos ver representado a San Juan con un águila o, incluso, con un caldero de aceite hirviendo o con una palma. Pero la verdad es que uno de sus atributos más repetidos en el arte desde el siglo XIII es un cáliz con un dragón que sale de su interior. San Juan Evangelista con un dragón saliendo de una copa alude al episodio en el que el sacerdote Aristodemo le desafió a beber veneno de la ponzoña; el santo se santiguó antes de beber, neutralizando así el poder del veneno. El dragón es así el símbolo del veneno que, según la Leyenda Áurea, bebió para demostrar la verdad de su predicación.