León Picardo fue un pintor español al que se le supone origen francés, concretamente de Picardía y de ahí su apellido, activo en Castilla durante el primer tercio del siglo XVI. Este autor fue muy prestigioso en su época pese a que hoy se le considera un artista de calidad discreta. Debió disponer de un amplio taller para atender sus encargos y su actividad económica más productiva fue la de dorador-estofador de retablos. De las muchas obras que se le atribuyen, la única documentada es en 1524, el Retablo de San Vicente, que pertenecía a la iglesia de Santa Casilda de Briviesca, Burgos, a la vez que se encargó de hacer la policromía en sus paredes. Dicho retablo se conserva en el Museo Diocesano de Burgos que se halla en el claustro de la Catedral. Este retablo consta de tres tablas principales: el pináculo de la Crucifixión y dos más bajas laterales que representan el martirio de San Vicente en el ecúleo y el cuervo que, con la ayuda de otros pájaros y una pareja de ángeles, protege su cuerpo de los animales salvajes.