Nos cuenta el estudioso José Angel Planillo que este temple y óleo sobre madera datado entre 1500 y 1520 se trata probablemente de la predela de un desaparecido retablo de pequeñas dimensiones destinado al altar de alguna capilla de la Cartuja de Vall de Crist. El Museo Catedralicio de Segorbe cuenta con otra pieza similar del mismo retablo que representa a dos monjes cartujos en actitud orante. Francisco de Osona el Joven trabajó en estrecha colaboración con su padre, también afamado pintor, aunque suponiendo en el hijo una mayor apertura hacia las novedades de Italia. La riqueza arquitectónica y artística generada por la Cartuja de Vall de Crist constituye el tesoro más destacado de la comarca del Alto Palancia. Esto fue debido a la desorbitada capacidad económica del cenobio desde el mismo momento de la fundación de un recinto donde dotaciones, posesiones y rentas se plasmaron a lo largo de los siglos en el contenedor de las más hermosas obras de arte destinadas al culto. Enorme fue por tanto la cantidad de obras que desaparecieron durante la exclaustración del convento en el siglo XIX.