martes, 18 de agosto de 2009

San Vicente Mártir en la homelética y literatura escrita de eras antiguas y medievales.


Uno de los factores que contribuyeron más decisivamente a la difusión del culto vicentino fue la profusión de los textos escritos que dieron a conocer su historia. Obviamente la primacía lo ostenta la llamada “Pasión de San Vicente “ ,Passio Sancti Vincentii ,que eran las actas de su martirio y que tenían gran mérito literario y fuerza argumental y que desaparecieron ya tempranamente en el siglo IV. Otras actas que las reprodujeron de algún modo fueron la Passio Brevior , otras más extensas del S.IX recogidas en la Anallecta Bolandiana y las de Enrique Flórez. Hacemos hincapié en la responsabilidad que tuvo la liturgia en este fenómeno pues acogió muy pronto el culto al santo de un modo singular. Entre otros textos difusores destacan los calendarios locales que eran el testimonio de valor más indiscutible pues recogía directamente la devoción popular. Por ello San Vicente figuró en casi todos los calendarios locales de la España romana y visigoda, desaparecidos casi todos ellos, y en los que destacaban los de Valencia, Zaragoza, los de las Catedrales de Sevilla y Córdoba y en los de otras iglesias que le tenían como titular. De los calendarios epigráficos solo queda el fragmentario de Carmona de los siglos VI y VII. El resto de los calendarios corresponden a época posterior y destaca la aparición de San Vicente el 22 de Enero en el Calendario de Córdoba del siglo IX de Arib Ben Said y Recemundo. En contraste con la escasez de calendarios hispánicos antiguos existen otros tantos extranjeros bien conservados como son el Filocaliano de Roma del siglo IV, el de “Polemius Silvius”, Obispo de Octodurum y que data del siglo V y el de Santa Catalina del Sinaí del siglo VII.
Siguen en importancia los martirologios , que se dividen en aquellos que se reducen a nombres colocados en fechas determinadas entre los que destaca el “Jeronimiano” de mediados del siglo V, y aquellos que contienen además detalles biográficos entre los que tenemos el de Beda , que data del siglo VIII, el de Floro de Lyon, Adon de Vienne y Usuardo del siglo IX y el Sixanario de Constantinopla y el Menoligio de Metafrastes del siglo X. Del martirologio escrito por el toledano Alonso de Villegas trataremos en un artículo posterior.
También los libros litúrgicos hispánicos de la Misa y del Oficio reflejaron grandemente la vitalidad de su culto en España. Por eso no extraña que la figura del Santo también se extendiese en el variado campo de la literatura cristiana de la cual destacan tres figuras cumbres. Precede a todos ellos Aurelio Prudencio, el poeta de Calahorra, quien en su Peristephanon o Libro de las Coronas le dedica veinticuatro versos del himno cuarto y los quinientos setenta y seis versos del himno quinto. Juan , Abad hasnoniense del S.IX , con sus versos leoninos rimados y también el Obispo San Paulino de Nola, desde la Campania italiana, recordaban a San Vicente en sus celebrados himnos hagiográficos. Culmina este triunvirato San Agustín, obispo de Hipona, en la Diócesis de la Cartaginense africana, que ,habiendo nacido tan solo cincuenta años después del martirio de San Vicente ,glosaba en sus sermones la grandeza y la fama del gran mártir Vicente.También San Ambrosio le glosa en sus sermones.
Otros autores destacados hasta el siglo XII son San Justo, Obispo de Urgel del siglo VI, Venancio Fortunato, Obispo de Poitiers, del siglo VII, San Eugenio, metropolitano de Toledo, del siglo VII, San Leandro en su sermón “cunctorum licet”, el Obispo Justiniano, San Braulio, el Papa San León el Magno, San Pedro Damián,San Avito , San Gregorio de Tours, Hildeberto de Tous, y Adam de San Víctor entre otros.
La famosa Leyenda Aúrea de Jacobo da Varazze del S.XIII (Santiago de la Vorágine) , es la colección de vidas de santos inspiradora de la más fecunda imaginería medieval , así como el Speculum Sanctorale de Bernardus Guidonis del mismo siglo y los Flos Sanctorum medievales . Ya con posterioridad destacan los sermones de San Vicente Ferrer, las Décadas del Cronista Gaspar Escolano y finalmente les Cobles y els Goigs como literatura popular cantada.