Como consecuencia de los muchos y variados relatos que recuerdan a San Vicente , surgieron en lugares dispersos reliquias de distinta autenticidad que dieron prestigio a monasterios y ciudades. Entre ellas cabe que citemos las de Carmona, Burgos, un dedo en Molinos de Razón, Molina de Segura, Tossa de Mar , Tyrose en un artístico relicario, Brindisi, Chokier ,Begon ,Mas de Riart, Nantiat, Vendée, Bari, Dijon, París, Labuerda, Sigüenza, Lisboa, Haverskersque bajo una Piedad, una reliquia menor en la Catedral de Valencia,el de la Parroquia de San Valero y San Vicente de Ruzafa en Valencia y otros lugares. En la Catedral de Lisboa se da la circunstancia de que existe una arqueta relicario conteniendo los huesos calcinados de San Vicente tras el incendio que la asoló y una urna con su mano. Pero, sin duda, la que más base histórica tiene es la del Brazo de San Vicente en la Catedral de Valencia.
Y es que nos encontramos con el hecho de que la reliquia del brazo izquierdo de San Vicente se venera desde el 16 de Octubre de 1970 en la Capilla de la Resurrección de la Catedral valentina junto a un texto donde se explica su viaje. Esta reliquia, que es sacada en la Procesión del santo, fue llevada en aquella fecha desde Italia donde se encontraba desde la muerte allí en el año 1104 del Obispo de Valencia Teudovildo, sucesor de D.Jerónimo, cuando este marchaba de peregrinación a Tierra Santa. El prelado llevó consigo el brazo del protomártir para que le protegiera contra las adversidades del camino por cuanto el Concilio de Clermont, presidido por Urbano II en el año 1095, potenció las peregrinaciones y cruzadas a los santos lugares. Sintiéndose morir, Teudovildo depositó la reliquia mediante la entrega al Arzobispo Elías en la Basílica de San Nicolás de la ciudad italiana de Bari, entonces en construcción, puerto del Adriático y lugar donde fue enterrado. La certeza de esta historia la asevera la narración de Juan, Arcediano de Bari y testigo ocular de lo acaecido. Entre otras conclusiones , la confirmación de esta historia nos llevaría a asegurar que parte del cuerpo del santo permaneció en Valencia al menos hasta la fecha de la partida del brazo hacia Bari y eso descartaría otras teorías respecto a dónde pudo ir completo tras la conquista musulmana de Valencia. A principios del siglo XIX, el brazo pasó al Convento de San Domenico del Castello, en Venecia. Finalmente, en 1948, la reliquia llegó a manos de Pietro Zampieri quién la depositó en la Iglesia de la Sagrada Familia de Padua. Él era natural de Vigonovo (Venecia) y era un profundo amante de nuestra tierra por lo que , tras investigar su origen a petición de personalidades valencianas como el Padre Castell, ofreció años después el traslado de la reliquia vicentina al entonces Arzobispo de Valencia, Monseñor Marcelino Olaechea, cosa que se materializó por vía marítima a bordo de la fragata Sarmiento de Gamboa. Asimismo también donó el artístico relicario de fina orfebrería que lo contiene y expone, realizado por el artista veneciano Giancarlo Fecchio y que se halla bajo un hermoso friso.
Dicho esto y, para asegurar la autenticidad de la reliquia, "pareció prudente condicionar su aceptación definitiva al estudio de su autenticidad histórica, canónica, antropológica y médico-legal", según informó entonces el Arzobispado a través de su Boletín Oficial. En 1968, distintos exámenes de la reliquia realizados en el Instituto de Cirugía Plástica de la Universidad de Padua arrojaron resultados "positivos y concordes entre sí y con el relato de la pasión y martirio del santo, escrita en el mismo siglo de su muerte". En la investigación intervino un grupo de forenses, catedráticos de universidades italianas, médicos, sacerdotes y diversos expertos. Los estudios del brazo confirmaron, entre otros extremos, que pertenece a un varón de 1,72 m. de altura aproximada, de 25 a 30 años, que no ejerció trabajos manuales pesados y que sufrió quemaduras en los 10 días anteriores a su muerte . Esto se recogió en el libro "La mano del santo" de G.Dogo. Otra prueba relacionada es la aparición de una inscripción incompleta en la lápida del Obispo Teudovildo cuando se consolidó la estructura de la Cripta de la Basílica de San Nicolás de Bari lo que prueba que aquél estuvo allí.