viernes, 10 de enero de 2014

El bello tapiz de Wainscot que muestra la llegada a las costas de Cullera del cuerpo de San Vicente.



Los tapices de Wainscot fueron objetos destinados a vestir paredes y fueron diseñados para colgar encima de carriles incrustados en los artesonados para ser vistos a la altura de los ojos. Su anchura considerable en proporción a su altura proporcionó desafíos considerables a los diseñadores de la época. Los diseños más acertados trataban sobre escenas florales, hojas gigantescas, escenas de caza y tapicerías para coros, siendo estos con sus temas sagrados los usados para decorar catedrales, abadías e iglesias. Los tapices frontales, doseles o antependia, fueron diseñados y tejidos para adornar el altar de centros de culto. Algunos de estos son de calidad extraordinaria y, entre las tapicerías más hermosas de la Edad Media y períodos del Renacimiento, encontramos este, datado en Brujas en el año 1602 y que muestra el escudo nobiliario con las armas de Nicolás Cavelier. Sus dimensiones son de 4.52 m x 1.66 m. Forma parte de una serie de escenas relacionadas con la vida de San Vicente y, en concreto, muestra escenas consecutivas de la muerte del santo, llegada del cuerpo de San Vicente a las costas de Cullera, su recogida, embalsamamiento y depósito en una ermita y la veneración y posterior traslación años después de su cuerpo a Valencia. Tiene la particularidad de narrar en francés en verso en su parte inferior lo que acontece en las escenas.