Este óleo del gran pintor valenciano Vicente López Portaña muestra a San Vicente, vestido con dalmática sobre el alba talar, siendo conducido ante la presencia del cónsul Daciano, bajo dosel, tras haber sido hecho prisionero en Zaragoza junto al obispo San Valero que asoma detrás y del que era diácono. El santo tiene la mirada alzada y señala con su mano derecha una gloria de angelitos que portan la corona y la palma, símbolos de su posterior martirio. Junto a un pebetero, un sacerdote pagano les invita a adorar a su ídolo mientras que, delante de él, un sayón prepara las cadenas de su tormento en el potro. La obra se data en 1795 y forma parte de la Colección Lázaro Galdiano de Madrid.