viernes, 5 de octubre de 2012

Los magníficos frescos vicentinos del priorato del Cluny francés de Berzé la Ville.


El de Berzé-la-Ville era un priorato cluniacense próximo a un monasterio que en su interior alberga una de las decoraciones pictóricas más importantes del Románico francés. Realizada hacia 1109 con una técnica muy cuidada sobre un espeso enlucido de base, se representaba en el interior del ábside una composición en tres niveles: arriba, Cristo en majestad; en el medio, escenas relativas a los martirios de San Blas y San Vicente; abajo, una serie de bustos de santos, en total dieciséis figuras alrededor del Pantocrátor. Los ademanes y caracterización de los rostros denotan un probable conocimiento de formas bizantinas por su autor. Con el tiempo, la pequeña iglesia fue convertida en granero y sus muros pintados de blanco. En 1887 el abad Jolivet, cura del pueblo y amante del arte románico, descubrió la cabeza de Cristo del ábside, lo que permitió descubrir la exquisita decoración interior que han convertido a Berzé-la-Ville en un tesoro del arte.
El programa de pinturas murales de la capilla de Berzé Cluny-la-Ville en Borgoña tiene una iconografía muy peculiar. Es posible que el abad Hugo de Cluny (1049-1109) diseñara el programa, y hace que mucho de lo inusual de su panorama iconográfico se debiera a su deseo de hacer una declaración particular sobre la primera Cruzada y la Reconquista. La cuestión de las actitudes del Cluny hacia la guerra contra el musulmán ha sido objeto de numerosas polémicas pero estas pinturas no son un ejemplo típico de la propaganda de las Cruzadas como derrota del infiel sino que subrayan aspectos de la creencia cristiana como la necesidad de evangelizar a los no cristianos y la superioridad de la profesión monástica sobre cualquier otra.