martes, 30 de octubre de 2012

La tabla de San Vicente de los Maestros de Sardoal en Coimbra.


El óleo sobre madera que representa a San Vicente en el Museo D.Leonor de Beja, Portugal, se ha atribuido a los llamados Maestros de Sardoal o a su escuela de Coimbra del S.XVI, que se han identificado con los artistas Vicente Gil y Manuel Vicente. Los rastros de su raíz gótica tienen prioridad sobre otras influencias asimiladas que dan una obra anacrónica que se distanció claramente del carácter innovador de la escultura y la arquitectura de la región. Así, dalmática, libro y barco dan una iconografía muy especial a un San Vicente con un rostro casi somnoliento.

sábado, 20 de octubre de 2012

La tabla de San Vicente del Museo de Bellas Artes de Boston, obra de Starnina.



Gherardo di Jacopo Starnina fue un pintor florentino de entre los años 1360 y 1413 del que nos dice Vasari que "fue un pintor altamente estimado, capaz de invenciones muy apropiadas y con abundancia de modos e ideas en las actitudes de las figuras".

Esta imagen de San Vicente de 67x35 y la de San Esteban, que se hallan en el Museo de Bellas Artes de Boston, son fragmentos de un mismo retablo que estaba compuesto de varios paneles. La superficie de estas pinturas, excepcionalmente bien conservadas, dan la sensación del aspecto original de pintura a la témpera que tuvo la obra. El artista primero perfiló su composición sobre un panel de madera cubierto de yeso fino y la capa dorada fue aplicada sobre una capa fina de arcilla coloreada dejando destapadas algunas zonas para ser pintadas. Los pigmentos mezclados con el agua y la yema fueron aplicados sobre ella en muchos golpes diminutos que secaron rápidamente. El artista primero pintó los tonos medios, añadió luego las sombras y finalmente dio los toques de luz sobre la cima.

lunes, 15 de octubre de 2012

La témpera sobre tabla de los tres santos de Antoniazzo Romano.


La témpera sobre tabla de Antoniazzo Romano que representa a San Vicente Mártir, Santa Iluminada y San Nicolás de Tolentino se halla en la iglesia de San Francisco de Montefalco. De fines del S.XV, sus dimensiones de 165x173 le dan una singular belleza. El autor fue en el Renacimiento líder de la Escuela Romana y se puede considerar que en su obra se dieron cita, a la vez, elementos innovadores y arcaicos. Si las figuras de Antoniazzo estaban formadas con la volumetría y la gracia de los maestros más avanzados, su pintura incluía continuamente fondos dorados o representaciones religiosas tradicionales en forma de iconos, que respondían a una devoción que gustaba del hieratismo de las imágenes bizantinas. Puede afirmarse que, en la época del Papa valenciano Alejandro VI, de la familia Borja, Antoniazzo fue el pintor favorito de la corte.

viernes, 5 de octubre de 2012

Los magníficos frescos vicentinos del priorato del Cluny francés de Berzé la Ville.


El de Berzé-la-Ville era un priorato cluniacense próximo a un monasterio que en su interior alberga una de las decoraciones pictóricas más importantes del Románico francés. Realizada hacia 1109 con una técnica muy cuidada sobre un espeso enlucido de base, se representaba en el interior del ábside una composición en tres niveles: arriba, Cristo en majestad; en el medio, escenas relativas a los martirios de San Blas y San Vicente; abajo, una serie de bustos de santos, en total dieciséis figuras alrededor del Pantocrátor. Los ademanes y caracterización de los rostros denotan un probable conocimiento de formas bizantinas por su autor. Con el tiempo, la pequeña iglesia fue convertida en granero y sus muros pintados de blanco. En 1887 el abad Jolivet, cura del pueblo y amante del arte románico, descubrió la cabeza de Cristo del ábside, lo que permitió descubrir la exquisita decoración interior que han convertido a Berzé-la-Ville en un tesoro del arte.
El programa de pinturas murales de la capilla de Berzé Cluny-la-Ville en Borgoña tiene una iconografía muy peculiar. Es posible que el abad Hugo de Cluny (1049-1109) diseñara el programa, y hace que mucho de lo inusual de su panorama iconográfico se debiera a su deseo de hacer una declaración particular sobre la primera Cruzada y la Reconquista. La cuestión de las actitudes del Cluny hacia la guerra contra el musulmán ha sido objeto de numerosas polémicas pero estas pinturas no son un ejemplo típico de la propaganda de las Cruzadas como derrota del infiel sino que subrayan aspectos de la creencia cristiana como la necesidad de evangelizar a los no cristianos y la superioridad de la profesión monástica sobre cualquier otra.