lunes, 19 de enero de 2009

La Via Augusta y las calzadas como parte del Camino extenso de San Vicente Mártir.


La llegada de los romanos a la península ibérica se produjo en el año 218 A.C cuando Escipión desembarca en el puerto de Ampurias . Durante los cinco siglos que duró el esplendor del Imperio Romano , la política y la cultura de los romanos se extendieron alrededor de las grandes vías de comunicación. Una vez acabada la pacificación del territorio , el Emperador Augusto ordena sobre los años 8 y 2 A.C una política de rehabilitación de la gran via de comunicación que iba de Roma a Cadiz y que era una prolongación de las Vías Domitia y Via Aurelia, vías que bordeaban la costa del Sur de la Galia hasta Italia. Ya en el año 46 A.C Julio César penetró en la Península por este corredor para sofocar una revuelta. Pero no fueron los únicos. El viejo camino de la costa mediterránea fue uno de los ejes más largos y transitados. Procedente de las Galias, saltaba los Pirineos por el collado de Parissars, atravesaba Gerunda, Tarraco, Saguntum, Valentia y Cartago Nova. En ese punto cambiaba de rumbo y se alejaba de la costa para alcanzar el valle del Guadalquivir.
Esta , que pasó a llamarse finalmente VIA AUGUSTA , constituyó el eje principal de la red viaria en la Hispania romana y a lo largo de las épocas había ido recibiendo diferentes nombres al haber sido utilizada por pueblos anteriores como los iberos o los cartagineses . Así se la conoció como Vía Hercúlea por el viaje mitológico de Hércules hacia Occidente, Vía Heráclea por ser Heracles el creador de la primera vía de comunicación que discurría desde el Guadalquivir hasta la zona conocida como Regio de Calabria. Camino de Aníbal,por haber conducido por aquí sus tropas a lomos de sus elefantes , Vía Exterior, Camino de San Vicente Mártir y Ruta del Esparto. El emperador Augusto le daría el nombre que pasó a la posteridad a raíz de las reparaciones que se llevaron a cabo bajo su mandato y convertirse en una importante vía de comunicaciones y comercio entre las ciudades y provincias y los puertos del Mediterráneo.
Esta era sólo una minúscula parte de de una extensa red de cien mil kilómetros de vías que se extendían por Europa y gran parte del Mediterráneo. El viajero que la quería recorrer hacía 2.725 km y unos 1.500 km desde los Pirineos hasta Cádiz .
Y es que la construcción de las rutas romanas debía responder a tres criterios establecidos: Durabilidad , utilidad y accesibilidad . Así se preferían que las vías pudiesen avanzar en linea recta en amplios tramos , evitaban zonas inundables y accedían a las cimas de las montañas en zigzag. No ahorraban el suministro de obras complementarias de soporte como contrafuertes , puentes y terraplenes.
Entre los elementos que el viajero se encontraba en estas vías principales hay un elemento fundamental y es que estaban medidas por unas columnas cilíndricas llamadas miliarios, que se disponían cada milla romana , correspondientes a 1.481,5 metros , y servían para señalar la distancia entre dos puntos o la distancia ya recorrida puesto que los romanos no usaban mapas. Estas piedras podían llegar a tener 3 metros de altura y dos de perímetro , aunque la mayoría tenían dimensiones más modestas.
En los miliarios se grababa el nombre del Emperador que había hecho construir o reformar la vía. Estas señales eran sin duda de gran ayuda para el comercio y especialmente para planificar las movilizaciones masivas de tropas. Hay que decir que en la reseñalización realizada a finales de los años 90 sobre la Vía Augusta en la Comunidad Valenciana por la Generalitat se colocaron miliarios en una versión modernizada.
Los caminos romanos contaban con una organización compleja pues cada diez millas había un servicio para los animales que se llamaban mutaciones y ,cada 30 millas ,áreas de servicio más amplias que se llamaban tabernae o mansios y que ofrecían también alimentos y alojamiento para los viajeros.
Existen en todo caso otras fuentes de conocimiento: La descripción antigua de Estrabón , los vasos apolinarios o de Vicarelo y el Itinerario de Antonino. Se trata de unos vasos de plata encontrados en las aguas del Lago Vicarelo (Italia) y en los que estaba grabado el trayecto del viaje dividido en 26 jornadas y las distancias en millas. La importancia de los vasos estriba en que constan las mansiones por donde habían de pasar y su distancia. También hallazgos arqueológicos nos muestran miliarios , restos de calzadas , muros de contención, puentes , monumentos triunfales , torres de vigilancia , sepulturas , monumentos funerarios y arcos de triunfo que han ayudado a reconstruir el recorrido de la Via Augusta.
Esta se construyó en un primer momento con fines militares pero fue el comercio de vino , aceite y cereales el sector que impulsó la necesidad de garantizar y mantener la circulación entre provincias , villas y puertos del Mediterráneo . Esto supuso un gran avance para la expansión del idioma, las costumbres y arte romanos en todo el Imperio y el tránsito de personas.
En relación con las villas romanas mencionadas decir que en origen fueron explotaciones agrícolas que en ocasiones se convirtieron en segundas residencias para la gente que vivía en las ciudades. Las más señoriales estaban rodeadas de jardines , lagos , pórticos , terrazas, columnatas y mosaicos que denotaban el refinamiento de ciertos estamentos de la sociedad romana.

viernes, 2 de enero de 2009

De las reliquias vicentinas y de la reliquia de su brazo izquierdo en la Catedral valentina.

Como consecuencia de los muchos y variados relatos que recuerdan a San Vicente , surgieron en lugares dispersos reliquias de distinta autenticidad que dieron prestigio a monasterios y ciudades. Entre ellas cabe que citemos las de Carmona, Burgos, un dedo en Molinos de Razón, Molina de SeguraTossa de Mar , Tyrose en un artístico relicario, Brindisi, Chokier ,Begon ,Mas de Riart, NantiatVendée, Bari, DijonParís, Labuerda, Sigüenza, Lisboa, Haverskersque bajo una Piedad, una reliquia menor en la Catedral de Valencia,el de la Parroquia de San Valero y San Vicente de Ruzafa en Valencia y otros lugares. En la Catedral de Lisboa se da la circunstancia de que existe una arqueta relicario conteniendo los huesos calcinados de San Vicente tras el incendio que la asoló y una urna con su mano. Pero, sin duda, la que más base histórica tiene es la del Brazo de San Vicente en la Catedral de Valencia. Y es que nos encontramos con el hecho de que la reliquia del brazo izquierdo de San Vicente se venera desde el 16 de Octubre de 1970 en la Capilla de la Resurrección de la Catedral valentina junto a un texto donde se explica su viaje. Esta reliquia, que es sacada en la Procesión del santo, fue llevada en aquella fecha desde Italia donde se encontraba desde la muerte allí en el año 1104 del Obispo de Valencia Teudovildo, sucesor de D.Jerónimo, cuando este marchaba de peregrinación a Tierra Santa. El prelado llevó consigo el brazo del protomártir para que le protegiera contra las adversidades del camino por cuanto el Concilio de Clermont, presidido por Urbano II en el año 1095, potenció las peregrinaciones y cruzadas a los santos lugares. Sintiéndose morir, Teudovildo depositó la reliquia mediante la entrega al Arzobispo Elías en la Basílica de San Nicolás de la ciudad italiana de Bari, entonces en construcción, puerto del Adriático y lugar donde fue enterrado. La certeza de esta historia la asevera la narración de Juan, Arcediano de Bari y testigo ocular de lo acaecido. Entre otras conclusiones , la confirmación de esta historia nos llevaría a asegurar que parte del cuerpo del santo permaneció en Valencia al menos hasta la fecha de la partida del brazo hacia Bari y eso descartaría otras teorías respecto a dónde pudo ir completo tras la conquista musulmana de Valencia. A principios del siglo XIX, el brazo pasó al Convento de San Domenico del Castello, en Venecia. Finalmente, en 1948, la reliquia llegó a manos de Pietro Zampieri quién la depositó en la Iglesia de la Sagrada Familia de Padua. Él era natural de Vigonovo (Venecia) y era un profundo amante de nuestra tierra por lo que , tras investigar su origen a petición de personalidades valencianas como el Padre Castell, ofreció años después el traslado de la reliquia vicentina al entonces Arzobispo de Valencia, Monseñor Marcelino Olaechea, cosa que se materializó por vía marítima a bordo de la fragata Sarmiento de Gamboa. Asimismo también donó el artístico relicario de fina orfebrería que lo contiene y expone, realizado por el artista veneciano Giancarlo Fecchio y que se halla bajo un hermoso friso. Dicho esto y, para asegurar la autenticidad de la reliquia, "pareció prudente condicionar su aceptación definitiva al estudio de su autenticidad histórica, canónica, antropológica y médico-legal", según informó entonces el Arzobispado a través de su Boletín Oficial. En 1968, distintos exámenes de la reliquia realizados en el Instituto de Cirugía Plástica de la Universidad de Padua arrojaron resultados "positivos y concordes entre sí y con el relato de la pasión y martirio del santo, escrita en el mismo siglo de su muerte". En la investigación intervino un grupo de forenses, catedráticos de universidades italianas, médicos, sacerdotes y diversos expertos. Los estudios del brazo confirmaron, entre otros extremos, que pertenece a un varón de 1,72 m. de altura aproximada, de 25 a 30 años, que no ejerció trabajos manuales pesados y que sufrió quemaduras en los 10 días anteriores a su muerte . Esto se recogió en el libro "La mano del santo" de G.Dogo. Otra prueba relacionada es la aparición de una inscripción incompleta en la lápida del Obispo Teudovildo cuando se consolidó la estructura de la Cripta de la Basílica de San Nicolás de Bari lo que prueba que aquél estuvo allí.